Descripción
Árbol no espinoso de hasta 25 m de altura. Corteza brillante de tonos grisáceos o rojizos, que se va ennegreciendo con el tiempo y que frecuentemete exuda una resina roja. Ramas juveniles de tonalidad rojiza. Yemas lampiñas, de color castaño brillante, alternas al final de las ramas o en grupos compactos sobre cortos brotes laterales. Hojas de margen aserrado, con glándulas en el extremo de los dientes, ápice muy puntiagudo, algo más anchas por encima de la mitad del limbo, ligeramente pelosas por el envés. Están sujetas por largos pecíolos que portan dos glándulas de color rojo o negro en las proximidades de la unión con el limbo. Estípulas lineares y caducas.
Floración desde mediados de la primavera a principios del verano. Flores blancas, habitualmente agrupadas de 2 en 2, sujetas por largos pedicelos. Los frutos son las cerezas que maduran en verano.
Distribución
Aparece de forma esporádica en bosques caducifolios en toda la mitad septentrional de la Península Ibérica, disminuyendo su presencia hacia el Sur. Prefiere lugares frescos y sombríos, en zonas de montaña, indiferente al tipo de substrato.
Observaciones
Se cultiva ampliamente para la obtención de sus frutos. En los ejemplares silvestres, las cerezas presentan un sabor entre ácido y amargo.
La madera es una de las más vistosas, duras y reconocidas actualmente. Se recomienda su cultivo con fines madereros y ecológicos, aunque su crecimiento es lento.