El jazmín es una planta muy popular por su fragancia y sus características flores de colores blancas y amarillas. Puede ser tipo trepadora o arbustiva, y sus cuidados son sumamente fáciles para cualquiera que quiera disfrutar de ella.

Aquí dejamos sus cuidados básicos:

Ubicación y luz: prefiere lugares soleados o, en caso de no poder, un lugar semisombreado, ya que proviene de climas cálidos. Procura ubicarlo donde reciba de sobra toda la luz que demanda. Es su principal cuidado.

Suelo: la planta de jazmín se adapta a diferentes tipos de suelo sin ningún problema, ya que resulta muy resistente, excepto a los suelos arcillosos por su nulo drenaje. Proporciónale un suelo bien drenado, con un sustrato universal rico en nutrientes.

Temperaturas: se ajusta muy bien a temperaturas cálidas, ya que proviene de ellas. Al frío también aguanta bien, hasta 3 grados bajo cero, pero solo puntualmente. Si es continuado, tendremos que hacer algo al respecto y proteger sus raíces.

Riego: su riego debe ser regular, especialmente durante los períodos más secos y en primavera y verano, ya que es cuando el jazmín crece y florece. Eso sí, muy importante para el jazmín: mantén el suelo húmedo, pero no encharcado o sus raíces sufrirán daros irreparables. En épocas frías, riega cuando el drenaje esté seco.

Abono y fertilización: alimenta al jazmín con un abono adecuado, sobre todo en su época de floración. Así conseguirás su crecimiento saludable y una floración abundante.

Poda y apoyos o trepadores: elimina cualquier rama muerta, débil o desordenada. Esto ayudará a estimular un crecimiento saludable. También ayúdate de tutores para que su crecimiento sea óptimo, ya que, aunque esta planta es trepadora, no se agarra a la superficie donde crece y necesita esa guía. Guíalas para que crezcan en la dirección deseada.